08 mayo 2013

El Cielo 04 - Despidiendo a RAY HARRYHAUSEN

Hace un rato me he enterado de la muerte de Ray Harryhausen y, a pesar de no haberle más que saludado en persona en una breve ocasión en Barcelona, su presencia e influencia en mi vida ha sido, sino determinante, desde luego muy significativa, hasta el punto de que ese breve saludo será algo que atesoraré entre mis recuerdos más preciados mientras la memoria me decida seguir funcionando correctamente. Obviamente no usaré este espacio, ya que es mi blog personal, para ahondar en su descomunal aportación al mundo del cine como medio en general, a los efectos especiales y a la stopmotion en particular y, por tanto, a hacer posible en imágenes lo que de otro modo apenas se podría sino imaginar. Sí que os hablaré de la fascinación que un crío de seis o siete años, obviamente yo, sintió cuando su madre lo llevó al hace ya mucho tiempo desaparecido Cine Florida de Avilés a ver Jasón y Los Argonautas, la película dirigida por Don Chaffey a partir de una idea del propio Ray que, cómo no, firmo los efectos especiales. Aventuras y bestias míticas, excelentes actores, memorable sentido de la épica, mayor fidelidad a lo fantástico (en los dos sentidos) del mito que en otras obras, todo ello jalonado de contínuas escenas inolvidables, en especial para un joven espectador como yo era, como la del gigante de bronce Talos cobrando vida para asediar el navío Argos, la aparición de Tritón para ayudar a los marinos o la pelea con los siete esqueletos salidos de los dientes de la hidra a la que, en otra escena no menos extraordinaria, vence Jasón. Indescriptible sensación, inolvidable y, seguramente, irrepetible.


Error. Indescriptible e inolvidable sí, pero irrepetible no. Poco tiempo después, en el Cine del colegio San Fernando (aunque volvería a verla años después en gran pantalla en las reposiciones de clásicos que ponían en los también desaparecidos Cines Chaplin), pude ver Furía de Titanes del director Desmond Davis y, cómo no, con efectos de Harryhausen. ¡Otra vez!. Ahí estaba yo pegado a mi butaca, viendo en la pantalla al mitológico Kraken atacar la ciudad de Argos, volar al último caballo alado Pegaso y por supuesto a Perseo enfrentándose a seres como las tres brujas de Estigia o la gorgona Medusa entre muchas otras escenas maravillosas entre las que, de pequeño, prefería el combate contra los escorpiones gigantes. Sobra decir que desde entonces el nombre de ese mago, pues pocos calificativos se ajustan mejor a mi concepción de lo que hacía Harryhausen en el cine, quedó grabado en mi memoria, de modo que a medida que fuí creciendo, fuí disfrutando en no pocas ocasiones de esas obras y de otras no menos reseñables de su afortunadamente extensa filmografía.

Sin embargo, más allá de lo que me hizo disfrutar como espectador, he de destacar y agradecerle que esas obras descubiertas a tan temprana edad grabaron en mi ese amor por el género que, a lo largo de los años, he canalizado en forma de festivales y eventos varios. Eventos que, de un modo mucho más directo de lo que os podéis imaginar, tienen sus raices en los mundos maravillosos a los que, sin moverme de la butaca del cine primero, o del sofá del salón después, me llevó el talento y la magia de Ray Harryhausen. ¡Muchas gracias, maestro!


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