Un vistazo supericial nos detiene en el hecho de que Wole Soyinka fue el primer escritor africano que ganó el prestigioso premio Nobel. Más allá de esta anécdota geográfica, que no minimizo sino que relativizo, hay que considerar la verdadera razón de que recibiese este honor: ser uno de los humanistas más importantes, y poseedor de una literatura especialmente rica y colorista, así como una interesantísima mirada analítica del mundo que le rodea. Todo ello quedo claro hace unos días en Avilés, cuando el escritor se acercó a Avilés dentro de las actividades del Centro Niemeyer que, estando en una primera etapa de su construcción ya está sirviendo, gracias a la envergadura de sus actividades, ejerciendo de uno de los pivotes fundamentales de la cultura asturiana y, porqué no decirlo, nacional.
De su forma de pensar quedó clara constancia en la charla que tuvo ante el público, moderada con pasión por el delegado del Gobierno de Asturias en Madrid Miguel Munarriz, así como ante alumnos del Carreño Miranda que ejercieron también de entrevistadores. Su literatura fue mostrada de viva voz del autor, a través de la lectura de varios de sus poémas. Aquí os dejo tres fotos del evento cedidas amáblemente por Miki López para que las comparta con vosotros...
No quise dejar pasar la oportunidad de saludarle brevemente.
Nardo Villaboy, otro excelente fotógrafo avilesino responsable de docenas de libros repletos de fotos sobresalientes, inmortalizó el momento. Y no, esa pinta extraña que me ha quedado no tiene nada que ver con ese vaso que llevo en la mano, jeje.